7.10.09

El último ádios.

No es un golpe contra el armario lo que lleva en la cara Irene.


Ruido y miedo se escuchan en la casa.
Arañazos en la piel roja se esfuerzan por esconderse detrás de medio centímetro de maquillaje. Todo. Todo para que nadie sospeche nada, nada que haya podido pasar esta noche, esta mañana, justo antes de salir...
Camina pensando en como quiso organizar su vida, su vida ahora destrozada por alguien a quien no puede decirle adiós. Un hombre, o algo parecido quiso enamorarla con flores rojas, cenas en restaurantes selectos, libros y collares de diamantes. Y ella, ella se dejó hacer.
Ahora, oculta tras sus gafas inagotables lágrimas en la temprana mañana de una ciudad perdida. Ahora piensa que no tiene nada que hacer, que este miedo venció su valentía.
Sube a la torre más alta de ésta ciudad en la que nunca pasa nada, la que nunca sale en los periodicos...
Piensa, suspira y llora mirando atrás. Hacia delante, y abajo.
Se tira.

No hay comentarios:

Publicar un comentario