Primavera no muy lluviosa se respira en Barcelona. Un tren llega a las nueve de la mañana y comienzan a descender ruidos, personas y maletas. Algún que otro paraguas vuela de las manos de la gente por si acaso cae un chaparrón imprevisto.
No es que viaje a su ciudad por gusto, tampoco es que no le guste su ciudad, pero prefiere descubrir lugares con encanto que la gente no conozca...
8.4.10
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